Washington, D.C. – Mañana sale a la venta en Estados Unidos un libro que no está pasando desapercibido en la política nacional, un libro sobre el expresidente Joe Biden que ahonda en el deterioro físico y, aparentemente, mental del mandatario desde 2023, más de un año antes de las elecciones del pasado noviembre que ganó Donald Trump.
El libro está escrito por un famoso periodista de la CNN, Jake Tapper, y por otro reportero que trabaja en el exitoso portal de noticias Axios, Alex Thompson. Se titula Original Sin – President´s Biden Decline, Its Cover-up, and his Disatrous Choice to Run Again (“Pecado original – El declive de Biden, su encubrimiento y su desastrosa decisión de postularse de nuevo”). El título es ya toda una declaración de intenciones.
Los apartes del libro que se han conocido son demoledores y profundizan en la idea de que Biden no estaba ni física ni mentalmente preparado para seguir en la Casa Blanca. De esos episodios que se han conocido destaco dos que son, en mi opinión, las más llamativos y seguramente simbólicos.
El primero se vivió el 15 de junio de 2024 en Los Ángeles. Faltaban 5 meses para las elecciones y esa noche Biden reunió a donantes millonarios para pedirles fondos para su campaña. Tras la cena, amenizada entre otros por Jimmy Fallon, un conocido comediante televisivo, los presentes se acercaron para saludar a Biden y hacerse la foto de rigor.
Los autores del libro cuentan que uno de los que se acercó fue George Clooney, el conocido actor y amigo de Joe Biden desde hace años. Según relatan, cuando se encontraron cara a cara, Biden no lo reconoció, y tuvo que ser uno de los asesores presidenciales presentes quien le recordará el nombre del actor. Imagino que este episodio tuvo mucho que ver en la decisión de Clooney de, unas semanas después –el 10 de julio–, publicar un artículo en el The New York Times que tituló “Quiero a Joe Biden, pero necesitamos un nuevo candidato”. Faltaban cuatro meses para las elecciones.
La segunda es más contundente aún si cabe, y hace referencia al debate interno que aparentemente tuvieron los asesores de Biden en esos meses en los que querían esconder lo más posible a los ojos de los ciudadanos el deterioro físico que desde 2023 afectaba al mandatario. No es ninguna sorpresa, y todos recordamos momentos en los que Biden, en actos públicos, se mostró en esos meses con un caminar errático, lento y vacilante. Tal era la preocupación de su entorno que, según los autores, discutieron la posibilidad de movilizar a Biden en una silla de ruedas, una opción que finalmente descartaron, como mínimo, hasta después de la elección para evitar confirmar esa imagen de deterioro.
Hoy los defensores de Biden se reducen, al menos públicamente, a fundamentalmente dos grupos: su familia, que lo ven como “una figura histórica”, y quienes fueron sus colaboradores más íntimos, que destacan sus logros. Ambos critican el libro, que se basa en 200 entrevistas, la mayoría contestadas de manera anónima. Dicen que no refleja la realidad, y por eso seguramente, preparan ya otro libro con la versión de Biden que se publicará pronto, y con el que quieren cambiar la narrativa (no será tarea fácil).
Todos los presidentes de Estados Unidos tienen, de una u otra manera, la preocupación de cómo los juzgará la historia, cómo serán recordados y cuán relevante será su legado. A eso suelen dedicar los últimos días de sus mandatos y, sobre todo, los años de vida que tienen como expresidentes. Biden no es una excepción. Me atrevería a decir que desde que ganó las elecciones en 2020 ha tenido esa preocupación en mente. Hoy, ‘Original Sin’ supone una lacra que reafirma la preocupación por su deterioro (ojo, tiene 81 años y si bien muchos a su edad ya querrían estar como él, esto no quita que ese estado sea el más idóneo para ser presidente de la superpotencia estadounidense, más cuando él intentó vender que estaba mejor de lo que vamos sabiendo). Habrá que ver cuánto pesarán ambos libros en ese juicio de la historia y si –como sugiere el que sale mañana a la venta– su empecinamiento por su reelección fue realmente un pecado tan grave que contribuyó decisivamente a entregar la Casa Blanca a Donald Trump para un segundo mandato.