Washington, DC — Se acaban de conocer decenas de documentos del sumario del caso contra Ghislaine Maxwell, una mujer que hoy cumple una condena de 20 años de cárcel acusada de ser conspiradora en una trama de trata de menores y tráfico sexual siendo socia y pareja del financiero estadounidense Jeffrey Epstein. Los documentos revelan fundamentalmente las transcripciones de los interrogatorios de los investigadores del caso, y los medios -los periodistas- han escudriñado en su contenido buscando detalles y bombas informativas sin encontrar nada que no se conociera (al menos hasta ahora, en el momento en el que escribo este artículo). Y leyendo esos textos periodísticos siento que algunos medios intentan justificar la expectativa creada con titulares llamativos que, en muchos casos, son imprecisos cuando no falsos.
Para empezar no hay una lista Epstein. No existe. Nadie tenía una lista como tal. El concepto lista contribuye a crear la imagen de que Epstein tenía una suerte de documento en el que incluía a sus amigos o conocidos, y éstos participaban de sus fiestas o servicios sexuales. El hecho de que nombres de famosos aparezcan en los documentos no implica ningún delito ni tampoco que estos hayan estado involucrados en los crímenes cometidos por Epstein o Maxwell.
El ejemplo más claro para mi es el de Donald Trump. ¿Aparece en esos documentos? Sí, en la declaración de una testigo: la víctima Johana Sjoberg a la que se le pregunta si tuvo relaciones con Trump, o este le dio masajes o incluso si lo vio en alguna de sus visitas a la casa de Epstein, ella responde que no. Pero claro, Trump aparece en los papeles porque los investigadores hicieron esa pregunta, y por lo tanto “Trump aparece en la lista Epstein”, lo cual es doblemente impreciso. Pero en el mundo de los 140 caracteres un titular contundente acompañado de una foto ya es suficiente para que nos creamos algo, condenemos a alguien… y pasemos al siguiente tuit o entrada de Instagram.
El comportamiento de Epstein, según la investigación, fue criminal. Pero insisto, hasta la fecha, sólo él y su pareja en esos años, Ghislaine Maxwell, son culpables de esos crímenes. Lo que sucede es que la vida de Epstein en esos años, como multimillonario con una vida social muy activa que frecuentaba espacios de lujo con una élite conocida de políticos, artistas y otras figuras públicas, es propicia a la especulación, más cuando salieron a la luz sus crímenes. ¿Pudo haber otros implicados en esos crímenes? No lo sabemos. Para eso la justicia de Estados Unidos está investigando. Pero los medios –y más importante aún– nosotros, los lectores, no podemos dejarnos arrastras por titulares imprecisos o verdades inconexas.
El caso Epstein ha sido –no sólo ahora; desde el principio– un terreno fructífero para la desinformación, incluidas afirmaciones sobre su registro de vuelo y una serie de fotografías alteradas que vinculan erróneamente a Epstein con figuras de alto perfil.
Leo en el USA Today ejemplos muy ilustrativos de esas fotografías (recuerden que hoy vivimos en el mundo de la imagen y que aquello de que ‘una imagen vale más que mil palabras’ está más vivo que nunca) en las que se muestra, por ejemplo, a la familia Obama de vacaciones en la isla donde Epstein tenía su mansión y cometió algunos de sus crímenes con menores (la foto original muestra a la familia Obama de vacaciones en Hawái). O de Joe Biden posando con Epstein en una imagen creada usando dos fotografías distintas para dar la impresión de que Biden y Epstein estuvieron juntos y se conocían.
Hay ejemplos más sibilinos en las que se vinculan dos detalles ciertos pero que no tienen conexión o relación. Por ejemplo, uno que asegura que el médico de Nueva York que hizo la autopsia a Epstein (según las autoridades, se suicidó en su celda) renunció el primer día del juicio de Maxwell. El USA Today confirmó que «la médico forense jefe, Barbara Sampson, anunció su renuncia internamente una semana antes de su renuncia pública» el día en que comenzó el juicio de Maxwell, pero que «no hay evidencia de que los dos eventos estén relacionados». Vincularlos ambos hechos sin más alimenta la idea de una conspiración.
Como en todo en la vida, cuando leamos algo, seamos críticos. Preguntémonos por la evidencia que nos presentan y contrastemos antes de creernos cualquier cosa.