Venezuela vuelve a la OEA

Washington, DC. – Venezuela volverá hoy a ser el tema de debate en la Organización de Estados Americanos (OEA), el organismo regional que agrupa a los países del continente y en donde se dirimen los principales problemas diplomáticos de América (es como la ONU del continente americano).

En la mayoría de países de la OEA hay preocupación por la calidad democrática de Venezuela (creo que es hoy el principal problema que tiene América Latina). La semana pasada el Tribunal Supremo de Venezuela decidió asumir las facultades del parlamento nacional (Asamblea Nacional), lo que fue considerado un golpe de estado de facto por parte del gobierno de Nicolás Maduro. A pesar de la supuesta marcha atrás del alto tribunal, a los países se les está agotando la paciencia por la deriva autoritaria del país caribeño que, poco a poco, actúa como una dictadura (no se convocan elecciones en los plazos previstos, hay más de un centenar de los considerados presos políticos y la persecución a los medios está al orden del día, por citar solo tres ejemplos). Sigue leyendo

Venezuela

Washington, DC. – Hace unos meses visité Caracas. Era octubre y las revueltas que estos días vemos en las calles de las principales ciudades de Venezuela se veían venir. Nicolás Maduro había ganado por la mínima unas recientes elecciones que no tuvieron observadores internacionales y en las que disponía a placer de constantes espacios en la televisión. En las calles, la inseguridad era latente. Mi anfitrión no paró de advertirme de qué podía o no hacer. Y me refiero a cosas tan sencillas como ir al supermercado de la esquina, hablar por teléfono en la calle o salir a cenar a un restaurante del barrio.

Desde la radicalización del chavismo a partir de 2004, la vida en el país se ha deteriorado hasta extremos insoportables. A la inseguridad se suma (y contribuye) una profunda crisis financiera –con una de las inflaciones más altas del mundo y un tipo de cambio oficial ocho veces menor al real– y de abastecimiento de alimentos básicos como el papel higiénico, la harina o el pollo –¡vi pasillos en céntricos supermercados con estanterías totalmente vacías!–.

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La farsa de la Revolución Bolivariana

Zona de venta de pollo del supermercado Excelsior Gama, Caracas.

Zona de venta de pollo del supermercado Excelsior Gama, Caracas.

Caracas, Venezuela. – Desde hace unos meses en Venezuela hay desabastecimiento. No es algo generalizado. Afecta a productos básicos cuyos precios están bajo el control del Gobierno. Su Presidente, Nicolás Maduro, ha mantenido la política intervencionista de Hugo Chávez que pretendía asegurar el acceso de toda la población a productos esenciales como el azúcar, la leche, la harina o el pollo. Pero cuando el Gobierno mantiene inalterable un precio que no permite cubrir los costos y obtener rentabilidad, los empresarios disminuyen la producción y se agrava la ausencia de productos básicos.

A esta básica ecuación de economía de libre mercado se suman estos días dos agravantes: la sobrevaluación del tipo de cambio y el contrabando. Hasta el Banco Central de Venezuela se hace eco del drama. En su último informe, asegura que de cada 100 establecimientos visitados por sus técnicos en 71 no había harina, en 86 faltaba leche entera en polvo y en 85 azúcar, por citar tres ejemplos.

La escasez de papel higiénico hace que se vendan rollos de cocina en su lugar.

La escasez de papel higiénico hace que se vendan rollos de cocina en su lugar.

En una reciente visita que hice a Caracas pude ver con mis ojos las consecuencias: en un restaurante japonés no servían sushi por no tener arroz; unos amigos residentes compraron papel higiénico fuera del país antes de tomar su vuelo de retorno a Caracas; en un bar donde pedí un cortado no había leche; y en otro, la fila era inusualmente larga para intentar llevarse el último cortado del día… cuando no eran ni las 9 de la mañana.

Con este panorama, es normal que el desabastecimiento se haya convertido en el tema de conversación habitual de los venezolanos. Las anécdotas son de lo más variopintas. Mientras esperaba mi afortunado cortado, la mesera y un cliente comentaban cómo, la tarde anterior en un supermercado, una anciana se defendió a bastonazos de otra mujer que le intentó arrebatar de las manos el último paquete de harina del establecimiento.

No se puede decir que este drama no preocupe al Gobierno, pero creo que no tanto por el desabastecimiento per se, sino por el enojo que este provoca en la sociedad. Y la respuesta de Maduro ha sido la de matar al mensajero. El Presidente venezolano acusa a los medio de comunicación de hacer “guerra psicológica” cuando informan sobre el desabastecimiento de alimentos y productos. Asegura que informar sobre esta situación es sinónimo de hacer “propaganda de guerra”; como si no hablar del problema fuera a provocar un abastecimiento inmediato.

Maduro y el chavismo temen que precisamente aquellos a quienes conquistaron con su política intervencionista, ahora les den la espalda al descubrir que la Revolución Socialista y Bolivariana no es más que una farsa.

Artículo publicado el 02/11/13 en Diari de Tarragona