Trump no es el candidato que ganó en 2016

Washington, DC — Donald Trump busca de nuevo ser presidente de Estados Unidos. Está en campaña desde hace meses (¿dejó alguna vez de estarlo?); y, formalmente, desde hace unas semanas cuando confirmó lo esperable: «para hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande y glorioso, esta noche anuncio mi candidatura a la presidencia », dijo el 15 de noviembre a una multitud reunida en Mar-a-Lago, su propiedad frente al mar en Florida, donde tendrá su sede la campaña. Si lo logra, se convertiría en el segundo comandante en jefe elegido para dos mandatos no consecutivos. Trump, primero, deberá ganar la nominación presidencial republicana y luego las elecciones en 2024 — un camino que no será fácil. Sigue leyendo

Noticias falsas, populismo y responsabilidad

Washington, DC. — En el verano de 2016, meses antes de las elecciones en Estados Unidos y cuando Donald Trump acababa de ganar la nominación del partido republicano, la periodista del programa 60 Minutes, Lesley Stahl, se alistaba para su entrevista. Trump, un empresario recién llegado a la política, hablaba por primera vez tras superar los votos necesarios para ser el candidato republicano. Venía del mundo de los negocios y la televisión, pero había conseguido hacerse un hueco en la política con un irreverente mensaje populista que tan buenos réditos le estaba dando y al que tan poco acostumbrados estaban los medios y la clase política del país. Entre los mensajes que destilaba el entonces candidato estaba ya el de atacar a la prensa para desacreditarla. Sigue leyendo

Trump, Rubio y los medios

Washington, DC . – Periodistas y políticos se necesitan. Los políticos a los periodistas para intentar hacer llegar el mensaje que más les conviene; y los periodistas a los políticos para tener la noticia y el detalle de la última decisión de interés público que adopten o quieran adoptar. Esto, en una campaña electoral, se multiplica exponencialmente; pero algunos candidatos republicanos de Estados Unidos no lo ven así.

De 1 al 10 de febrero estuve en el estado de New Hampshire siguiendo, de evento en evento, a los aspirantes de los dos partidos. Donald Trump, Hillary Clinton, Ted Cruz, Marco Rubio, Berni Sanders, Chris Christie, John Kasich… Estuve con todos en, como mínimo, un evento electoral. Y la respuesta de casi todos los equipos de prensa de las campañas fue correcta: desde el registro de acceso a los recintos, hasta las facilidades para ubicar las cámaras y filmar. Hubo dos excepciones: la campaña de Donald Trump y la de Marco Rubio. Sigue leyendo

Con cuidado

Washington, D.C. – La semana pasada en este mismo blog escribía sobre la importancia de la libertad de prensa. Es cierto –como me comentó algún lector– que en una democracia como la nuestra este derecho está más o menos garantizado. Y digo más o menos porque hay silenciosas excepciones que persisten por la necesidad de supervivencia de los medios de comunicación.

0003441901Con motivo de la no renovación por presiones políticas del contrato de la profesora Clara Ponsatí como profesora visitante en la Universidad de Georgetown advertí que el nombre de Endesa, uno de los actores de este escándalo, ha pasado mediáticamente inadvertido. Este antiguo monopolio eléctrico ahora privatizado paga el coste de contrato-programa con esta universidad, lo que permite al Gobierno de España proponer candidatos para que se incorporen a sus aulas como profesores visitantes. La «alta dirección de Endesa» –en palabras de Ponsatí– permitió que las presiones del embajador español en Washington y el Ministerio de Educación cancelaran la prevista renovación de la profesora.

«Hay tótems en los medios que no se tocan», me respondió un periodista con cargo directivo cuando esta semana comentamos la noticia. «Con CaixaBank, Abertis, Gas Natural, Banc Sabadell y Endesa hay que ir con cuidado».

Es evidente que más allá de la importancia empresarial de estas compañías, su aporte en concepto de publicidad y patrocinio permite a los grandes medios subsistir literalmente. Pero este aporte es pernicioso si se utiliza como chantaje para condicionar el contenido editorial. Las llamadas de advertencia o queja a las redacciones periodísticas están poniendo en cuestión la independencia y credibilidad de los medios, especialmente los privados que no tienen una clara división entre la gestión empresarial y la editorial.

Hoy en Catalunya es difícil encontrar noticias críticas con esas grandes empresas –y no será porque no las hay–; y cuando se publican, los lectores ya sabemos que se han escrito «con cuidado».

Artículo publicado el 18/05/13 en Diari de Tarragona