Washington, D.C. – La semana pasada en este mismo blog escribía sobre la importancia de la libertad de prensa. Es cierto –como me comentó algún lector– que en una democracia como la nuestra este derecho está más o menos garantizado. Y digo más o menos porque hay silenciosas excepciones que persisten por la necesidad de supervivencia de los medios de comunicación.
Con motivo de la no renovación por presiones políticas del contrato de la profesora Clara Ponsatí como profesora visitante en la Universidad de Georgetown advertí que el nombre de Endesa, uno de los actores de este escándalo, ha pasado mediáticamente inadvertido. Este antiguo monopolio eléctrico ahora privatizado paga el coste de contrato-programa con esta universidad, lo que permite al Gobierno de España proponer candidatos para que se incorporen a sus aulas como profesores visitantes. La «alta dirección de Endesa» –en palabras de Ponsatí– permitió que las presiones del embajador español en Washington y el Ministerio de Educación cancelaran la prevista renovación de la profesora.
«Hay tótems en los medios que no se tocan», me respondió un periodista con cargo directivo cuando esta semana comentamos la noticia. «Con CaixaBank, Abertis, Gas Natural, Banc Sabadell y Endesa hay que ir con cuidado».
Es evidente que más allá de la importancia empresarial de estas compañías, su aporte en concepto de publicidad y patrocinio permite a los grandes medios subsistir literalmente. Pero este aporte es pernicioso si se utiliza como chantaje para condicionar el contenido editorial. Las llamadas de advertencia o queja a las redacciones periodísticas están poniendo en cuestión la independencia y credibilidad de los medios, especialmente los privados que no tienen una clara división entre la gestión empresarial y la editorial.
Hoy en Catalunya es difícil encontrar noticias críticas con esas grandes empresas –y no será porque no las hay–; y cuando se publican, los lectores ya sabemos que se han escrito «con cuidado».
Artículo publicado el 18/05/13 en Diari de Tarragona