Hablando con el juez del Supremo, Antonin Scalia

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Washington, DC.- No es muy habitual que los miembros del Tribunal Supremo de los Estados Unidos hablen con la prensa. Los nueve miembros de la Alta Corte cuidan mucho sus opiniones públicas y cuando las hacen, es por trabajo. Anoche, junto a tres periodistas, conversamos brevemente con uno de ellos, Antonin Scalia.

Este juez, de imagen bonachona y fama conservadora, fue nombrado durante la presidencia de Ronald Reagan. Católico de convicción, Scalia acudió como invitado a la inauguración de la exposición de Arte Sacro Español que ofrece la National Gallery of Art en Washington—una reducida pero exquisita selección de pintura y escultura del siglo XVII de autores tan conocidos como Velázquez, Zurbarán o Pedro de la Mena.

“Es una exposición magnífica—nos dijo el juez tras preguntarle su impresión para comenzar un diálogo—; unas pinturas así sólo las puede hacer un católico”. Scalia estaba fascinado con cada una de las piezas que admiraba con devoción tras consultar el librito guía para visitantes. El arte nos abrió la puerta a hablar de su trabajo y su relación con los otros jueces del Tribunal.

“Tenemos un trato magnífico entre nosotros, somos amigos… no como cree la gente; [el Tribunal Supremo] no es un nido de escorpiones”, contestó. Como ejemplo de ese buen entendimiento personal entre ellos, se sinceró asegurando que “mi mejor amiga es [Ruth Bader] Ginsburg” una de las jueces más liberales de la Corte, nombrada por el demócrata Bill Clinton en 1993, y que está en las antípodas de sus posiciones conservadoras.

De sus palabras deduje que la llegada de la recién nombrada Sonia Sotomayor ha insuflado aire nuevo entre los despachos de los magistrados. “En la celebración de su nombramiento, [Sonia Sotomayor] organizó una fiesta latina con comida picante, música hispana… Qué cambio comparado con [David] Souter”, el juez que presentó su renuncia abriendo la puerta a la primera hispana en la corte.

Scalia, como muchos norte-americanos, se nos declaró enamorado de Barcelona, dónde estuvo “hace 20 años dando clases de derecho”, y a dónde dijo que quería volver.

Mi impresión de los miembros de la Corte Suprema estaba lejos de ese «nido de escorpiones» como nos lo definió el juez, pero está claro que tras la breve conversación de anoche, mi percepción ahora es diferente.