El único responsable de la guerra en Ucrania es Putin

Washington, DC — Hoy se cumplió un año desde que Rusia comenzara la invasión a Ucrania. Ese 24 de febrero de 2022, el mundo despertó incrédulo al ver la entrada de tanques en un país soberano de Europa. Volvía la guerra al Viejo Continente tras décadas de paz. El balance es devastador, con decenas de miles de muertos, millones de refugiados y desplazados internos, ciudades bombardeadas y destruidas y una economía muy golpeada. Fuentes occidentales aseguran que unos 180.000 soldados rusos han muerto o han resultado heridos, y otros 100.000 militares en el bando ucraniano. Otras fuentes hablan de 150.000 bajas en cada bando. En comparación, durante la guerra de Afganistán (1979-1989), la entonces Unión Soviética perdió 15.000 soldados. La invasión fue descrita ese mes de febrero por el presidente ruso, Vladimir Putin, como una «operación militar especial» que tenía que durar pocos días, y cuyo objetivo era la «desmilitarización y desnazificación de Ucrania», así como «llevar ante los tribunales a quienes cometieron diversos crímenes sangrientos contra civiles, incluidos algunos ciudadanos de la Federación Rusa. Nuestros planes no incluyen la ocupación del territorio ucraniano», concluyó esa fatídica jornada.

Un año después, el fracaso de su guerra es evidente y este miércoles, en un intento por lavarse la cara ante el desastre de la guerra, Putin, en un discurso frente a las dos cámaras del Parlamento ruso, responsabilizó a «las élites occidentales y, por supuesto, al actual del régimen de Kiev» de la guerra, su escalada y el número de víctimas. Además, Putin insistió en su obsesión, la que parece guiar parte de las decisiones que han marcado los últimos años de su presidencial: dijo que Occidente quiere «acabar» con Rusia «de una vez y para siempre».

Putin se engaña, engaña a los suyos e intenta engañarnos a todos. No, la guerra no la comenzó ni Occidente ni sus élites. Nada justifica una guerra si no se ha sufrido primero una agresión militar, y Rusia no fue atacada. Es conocido que a Putin no le gustaba ni el gobierno de Kiev, ni las intenciones de Volodimir Zelensky de acercarse a la Unión Europea o a la OTAN. Pero esa intención no justificaba comenzar una invasión y, mucho menos, que en el marco de esa invasión se estén cometiendo crímenes de guerra contra población civil. Naciones Unidas cifró este martes en más de 8.000 el número de civiles muertos desde el inicio de la agresión, y cerca de 13.300 civiles heridos a causa de las hostilidades.

Acabar con Rusia

Putin cree que Occidente quiere acabar «de una vez y para siempre» con Rusia. Eso, tampoco es cierto. Desde la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética, Occidente le extendió la mano a Rusia abriendo incluso la puerta a su incorporación a la OTAN. Fue la deriva de Putin, sus atrocidades en las guerras de Chechenia y la persecución a la prensa libre como el ejemplo más evidente del retroceso de la democracia en Rusia, lo que llevaron a un periodo de enfriamiento de esas relaciones entre Occidente y la potencia nuclear, relaciones que terminaron rompiéndose en 2014 con la anexión ilegal de la península ucraniana de Crimea. En esos años anteriores, Rusia llegó a formar parte del G8 (desde 1997), y tras esa anexión, fue suspendida del grupo que pasó a llamarse G7. A partir de ahí todo se precipitó. Fue Putin quien abandonó las ideas de la integración europea y la democracia occidental, para abrazar lo que describió como el movimiento de Eurasia y comenzar a forjar lo que los expertos llaman el Putinismo que define sus decisiones y su comportamiento político en torno a su figura autoritaria que no respeta la democracia ni la separación de poderes, y que busca intencionadamente competir con los ideales occidentales y europeos propugnados por muchos países de la OTAN.

En su discurso del martes, Putin sí acertó en algo. Dijo que Occidente quiere asestar a Rusia en Ucrania una «derrota estratégica». Es cierto. La alianza de países occidentales que hoy apoyan a Kiev sí quieren esa derrota, no para acabar con Rusia –como él cree e intenta hacer creer a los suyos–, sino para poner límites al expansionismo nacionalista que él encarna y que supone una amenaza para nuestras libertades y el orden internacional.

Guerra en Ucrania: ¿Por qué Occidente no hace algo?

Washington, DC. — La guerra en Ucrania va para largo. Más de 2,5 millones de personas han tenido que abandonar sus casas huyendo de las bombas rusas, y a pesar de las sanciones y los intentos de diálogo, el invasor avanza y su agresividad crece. La inesperada resistencia ucraniana está impacientando a Vladimir Putin, cuyo ejército redobla su ofensiva que en los últimos días incluye ya zonas residenciales y hasta hospitales.
En este contexto, muchos se preguntan por qué Occidente no hacen algo más para parar a Putin. «¿Dónde está la OTAN, Estados Unidos, Unión Europea?», se preguntó esta semana el entrenador Pep Guardiola en una respuesta que se convirtió en un video viral. «Son todos unos fracasados», concluyó. Sigue leyendo

Putin el paria

Washington, DC. — Vladímir Putin consumó su amenaza. Durante semanas sus palabras nos dijeron que no tenía intención de invadir Ucrania, pero sus hechos —el despliegue militar constante y masivo en las fronteras ucranianas— apuntaba en sentido contrario. Y finalmente dio la orden.

Ucrania está hoy bajo ataque, y no está claro cuál es el final de este conflicto. ¿Qué quiere Putin? ¿Cambiar el gobierno de Volodimir Zelensky por uno más prorruso? ¿Anexionarse Ucrania como hizo con Crimea? ¿Desarmar y diezmar al ejército ucraniano y dejarlo luego a su suerte?… ¿Hasta dónde va a llegar Putin? Sigue leyendo

Guerra de narrativas en plena pandemia

Washington, DC. — La lucha contra la pandemia del nuevo coronavirus, llamado SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad COVID-19, viene acompañada de una guerra de narrativas de los gobiernos del mundo. Estados Unidos y China son los principales enemigos en esta batalla, y cada uno busca que sus mensajes calen en sus sociedades pero, sobre todo, en el resto del planeta. Sigue leyendo