Miami (FL). – Abdiel Consuegra es taxista. Se acaba de cambiar el «carro» y luce un Chevrolet deportivo de un rojo chillón que no pasa desapercibido. Me recoge en el aeropuerto de Miami y tras cargar mi maleta en su coche me ofrece discretamente sentarme en el asiento del copiloto. Su mirada constante a la larga fila de taxis amarillos que dejamos atrás me sirve de excusa para arrancar la conversación.
- — «Usted, con Uber, no puede trabajar en el aeropuerto, ¿cierto?», le pregunto casi sin mediar palabra.
- — «Bueno, es que aquí somos ‘alegales’ y muchos de esos taxistas se ponen furiosos con nosotros» — me cuenta mientras nos alejamos de la Terminal.
Su fuerte acento delata su origen. «Fui preso político en Cuba», dice tras interesarme por su llegada a Estados Unidos.