6 de enero, un síntoma más de la crisis de EE UU

Washington, DC. — Se acaba de cumplir un año del asalto al Capitolio en Washington. El 6 de enero de 2021 pasará a la historia como uno de los capítulos más oscuros, preocupantes, tristes y vergonzosos de este país. Estados Unidos pudo ser un ejemplo de democracia para muchos en el mundo pero lo es cada vez menos. Lo ocurrido aquel 6 de enero fue un síntoma más de la preocupante enfermedad que la debilita.

A una democracia, grosso modo, la define un sistema que garantiza la elección de sus representantes, sus libertades civiles, un poder judicial independiente, un sistema de partidos, el imperio de la ley y una organización social que, con el esfuerzo individual, abra la puerta al progreso y desarrollo individual. Seguramente un politólogo o un académico podría añadir alguna otra, pero creo que estaríamos de acuerdo en estas que son esenciales. Sigue leyendo

La cuestión más importante de la campaña del 2012

[Artículo publicado el jueves 3 de noviembre en el Diari de Tarragona]
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Washington, DC. – En contra de lo que muchos creen, ser Presidente de Estados Unidos no es sinónimo de poder ilimitado. El sistema político estadounidense está diseñado para evitar excesos de alguno de los tres poderes del Estado. Simplificando, podríamos decir que las prepuestas del Presidente deben ser negociadas y aprobadas en el Congreso, y las leyes que apruebe el Congreso deben ser ratificadas por el Presidente (que tiene poder de veto). Es lo que los politólogos llaman el sistema de checks and balances, cuyo origen —como la separación de poderes—, se atribuye a Montesquieu.

En esta dialéctica política entre el poder legislativo y el ejecutivo, pocas veces entra en juego el judicial, y cuando lo hace es a través de sentencias que en su último estadio son dictadas por el Tribunal Supremo. Esta son inapelables. Sigue leyendo