Nunca he entendido la obsesión de los políticos por hacerse una foto con este líder espiritual del budismo que representa al gobierno tibetano y su movimiento nacionalista en el exilio. No pongo en duda la causa que representa, que sólo por el hecho de estar brutalmente reprimida por China, ya merece mi atención y solidaridad, pero creo que además de una cierta hipocresía occidental, hay una interesada utilización de su figura para asociarse a esta religión de moda en occidente en la era del materialismo (lógicamente, al Dalai Lama también le interesa para su proselitismo).
En Estados Unidos, el budismo es la opción religiosa del 0.7 por ciento de los norteamericanos, según la última encuesta realizada en el 2007 por el Pew Research Center. El cristianismo es la principal religión (78.5%), seguida de los no religiosos (16,1%, incluidos ateos y agnósticos) y el judaísmo (1,7%). Por detrás de los budistas, están los seguidores del islam (0.6%) y el hinduismo (0.4%).
A pesar de las presiones ejercidas por China—potencia económica mundial a quien no le interesa la promoción del Dalai Lama—, los políticos buscan de una u otra manera una foto con quien lidera este movimiento espiritual de moda. Actores como Steven Segal o Richard Gere lo tratan de santo en vida en las conocidas fiestas benéficas que organizan en Hollywood, a quien venerar es políticamente correcto en un mundo sin dios.
¿Por qué Obama recibe al Dalai Lama? ¿Por su causa contra China? No creo que le interese a Estados Unidos cabrear al Partido Comunista. ¿Por el peso del budismo en la sociedad americana? Si así fuera, debería dar el mismo trato, por ejemplo, al Presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días (mormones) cuya representación en Estados Unidos (1,7%) es superior al budismo, o al de los Testigos de Jehová (0.7%). Obama se hace la foto con el Dalai Lama porque está de moda y gusta mediáticamente. Y aquí, como hacen tantos otros presidentes o primeros ministros en el mundo, el tan invocado laicismo queda aparcado por interés. Si nos atenemos a las cifras y a su condición de líder político y espiritual, su representación está sobrevalorada y sobredimensionada.
Foto: Official White House Photo by Pete Souza