Washington, DC. — Los últimos días de septiembre fueron dramáticos para Mark Zuckerberg. El fundador de Facebook y propietario de otras plataformas digitales como Instagram o Whatsapp vio cómo un problema técnico alteraba el normal funcionamiento de sus negocios. No había pasado nunca antes durante tanto tiempo, unas seis horas. Esto, tras semanas de filtración de documentos internos de su compañía publicados por el Wall Street Journal que demostraban cómo los directivos del emporio digital habían priorizado siempre sus beneficios frente a alertas sobre el impacto que estas plataformas tienen en la salud de sus usuarios, particularmente adolescentes. Las acusaciones se escucharon incluso en una audiencia en el Senado de Estados Unidos. Todo, provocó a dos consecuencias: la primera es la caída del valor de la compañía en bolsa; la segunda es que nos mostró que se puede vivir sin Facebook, Instagram o Whatsapp. Sigue leyendo