La ‘fortaleza’ de los defensores de las armas

Washington, DC. – «Para proteger y defender la Constitución de los Estados Unidos, promover la seguridad, la ley y el orden, y defender a la Nación». Así se define la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) que estos días está (permítanme la ligereza) en el punto de mira de la Casa Blanca. Barack Obama lidera la causa demócrata (a la que se han sumado algunos republicanos tras la matanza de Newtown) para restringir el uso de armas de fuego en el país, a lo que la NRA se opone firmemente. Pero esta centenaria Asociación, fundada en 1871 para ayudar a los soldados a mejorar su puntería, ha demostrado su eficacia en los momentos que más se la ha cuestionado.

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Newtown (foto: NYPost).

No fue hasta 1981 cuando la NRA comenzó a transformarse en el poderoso lobby que es hoy. En esa década trabajó contra las propuestas de control de armas que surgieron tras el intento de asesinato del presidente Ronald Reagan. En 1993-94, cuando Bill Clinton firmo la Ley Brandy de Prevención de la Violencia de Armas —que imponía un periodo de 7 días de espera en la compra de un arma además de la revisión de los antecedentes del comprador—, la NRA ganó más de medio millón de afiliados y reforzó su influencia en el Congreso. Y aún hoy sigue siendo un lobby poderoso: en las últimas elecciones la NRA gastó más de 20 millones de dólares en promover a sus candidatos.

La NRA tenía a principios de 2013 más de 4 millones de socios, y sus portavoces aseguran que con los esfuerzos de estas semanas por regular las armas en el país van a llegar a los 5 millones. Barack Obama y los congresistas que quieren hacer más difícil comprar o tener un arma de fuego en Estados Unidos no lo van a tener fácil. La NRA ha visto pasar a muchos presidentes, y paradójicamente cuanto más acorralada se siente, más fuerza gana.

Artículo publicado el 06/04/13 en Diari de Tarragona