Washington, DC. — Interesante ejercicio el que realizó una profesora de tercer grado de una escuela rural del estado de Iowa para enseñar qué es el racismo.

Jane Elliott, hoy de 87 años, vivió las protestas de 1968 tras el asesinato de Martin Luther King Jr. Con una simple pregunta, la profesora invitó a reflexionar en un ejercicio que quedó registrado en el documental Ojos azules de 1996, y que según la BBC se ha convertido en uno «de los mejores ejemplos» de sus lecciones.

En ese documental, Elliott se dirige a un auditorio de personas mayoritariamente blancas para pedirles que se pongan de pie aquellas que «estarían felices de ser tratadas de la manera en que esta sociedad en general trata a los ciudadanos negros». En la sala se hace un incómodo silencio mientras los asistentes la miran. «¿No me entendieron?», les insiste. “Si ustedes, gente blanca, quieren que los traten como se trata a los negros en esta sociedad, pónganse de pie». Pero nadie se levanta. Lo que la lleva a concluir que los asistentes «saben lo que está ocurriendo y saben que no lo quieren» para ellos; entonces, «¿por qué están dispuestos a permitir que le ocurra a otros?».

Hoy, varios años después, este relato sigue siendo válido. Miren estas estadísticas —y son solo algunas—: según The Sentencing Proyect, cerca del 10 por ciento de los hombres negros de 30 años en Estados Unidos están tras las rejas. Las tasas de encarcelamiento para los hombres negros es aproximadamente el doble que las de los hombres hispanos, y cinco veces más altas que las de los hombres blancos. Y la última: según la cifra oficial de la última que el gobierno contó cuántos hombres negros habían pasado tiempo en una prisión estatal o federal, en 2001, la proporción era del 17 por ciento. Hoy en día, es probable que se acerque al 20 por ciento, cuando para los hombres blancos es de aproximadamente el 3 por ciento.

Como concluyó Elliott, sabemos lo que está ocurriendo —tenemos los datos—, y es imperativo preguntarnos qué vamos a hacer para que no siga ocurriendo. Los miles que en Estados Unidos y el mundo están en las calles han dicho que es el momento de que las cosas cambien.