Washington, DC. – Estados Unidos enfrenta la tormenta perfecta, un cúmulo de circunstancias que agravan la situación y hacen difícil predecir el futuro. Desde Los Ángeles hasta Boston, desde Miami hasta Chicago pasando por supuesto por Washington, cientos de miles de estadounidenses están mostrando su descontento. La muerte de George Floyd, el último afroamericano detenido con violencia por la policía es el enésimo episodio que se ha convertido en la gota que ha colmado el vaso y que se suma a otras causas subyacentes.
La primera, la más visible, la protesta contra la endémica violencia policial. Diversos estudios demuestran que la muerte de jóvenes negros a manos de la policía es proporcionalmente muy superior a la de sus pares blancos. A esta desproporción, además, se suman los problemas de salud mental —como la depresión y o la inestabilidad emocional— que no es tratada adecuadamente en un país con un precario sistema de salud que deja a los más desfavorecidos a su suerte.
Estos problemas de salud se han acentuado con la pandemia. Diversos estudios oficiales demuestran que el coronavirus ha golpeado más a los negros y los latinos, con ratios de muerte desproporcionadamente superiores en comparación con los blancos.
Y también, la crisis económica: si históricamente las minorías han tenido porcentajes de desempleo superiores a los de la población general y los blancos en particular, la actual crisis derivada de la pandemia los ha acentuado.
¿Justifican, todas estas circunstancias, la violencia que vemos estos días al final de las marchas y concentraciones? No, en absoluto. Pero le dan contexto a una frustración legítima de miles de ciudadanos que no confían en las policías, ni en el sistema de justicia, ni en las políticas del gobierno, ni en la Administración… que están desengañados con una clase política a la que ven con distancia y desconectada de sus problemas, y que —por todo ello, y tras ver el último abuso policial— salen a decir basta. Son mayoría los manifestantes pacíficos en estas protestas cuyo reclamo merece ser escuchado y no ahogado por la actuación irresponsable de una minoría violenta, interesada y oportunista.
Totalment encertade opinio. Es la resposta d`aquesta minoria racial devant la constant discriminacio que reben tan de la Justicia com de la Policia.