Washington, DC. – Decía Napoleón Bonaparte que la ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza. Donald Trump ha llegado a la cima de la política, a la oficina más alta de la nación. Pero estar en la cima de la política no va a detener sus ambiciones que tienen algo de napoleónicas. O por lo menos así lo demuestra con su idea de organizar cada año un desfile militar en Estados Unidos.
Se acaba de conocer un memorándum de planificación redactado por el Pentágono que revela que el desfile que se podría hacer el próximo 11 de noviembre, el Día de los Veteranos. El desfile “solo incluirá vehículos con ruedas, no tanques, ya que es necesario tener cuidado para minimizar los daños a la infraestructura local”, dice el documento según informa la agencia de noticias AP; los tanques grandes y pesados podrían destrozar las calles del Distrito de Columbia. El evento “incluirá un componente aéreo pesado al final del desfile”, lo que significa que muchos aviones harán sobrevuelos. Se incluirán aeronaves más viejas según estén disponibles.
El memorándum proviene de la oficina del secretario de Defensa, Jim Mattis, y ofrece directrices iniciales de planificación para el presidente del Estado Mayor Conjunto, cuyo personal planeará el desfile a lo largo de una ruta que irá desde la Casa Blanca al Capitolio. La idea que tiene la administración Trump es integrarse con el desfile anual de veteranos que se hace habitualmente en la ciudad.
Mattis y otros funcionarios han confirmado que Trump quiere un desfile en gran escala para exhibir el poderío militar de Estados Unidos.
Según el director de presupuesto de la Casa Blanca, el desfile militar costará entre 10 y 30 millones de dólares, fondos que no están incluidos en el nuevo pedido de presupuesto del gobierno. El gobierno tendrá que pedir una asignación al Congreso o tomar fondos de otras partidas para financiarlo.
Trump decidió que quería un desfile militar en Washington después de asistir a los festejos del Día de la Bastilla en Francia, en el centro de París, en julio pasado. Como invitado del presidente francés Emmanuel Macron, el mandatario de Estados Unidos lo observó con entusiasmo desde una plataforma mientras las fuerzas armadas francesas lucían sus tanques y sus cazas de combate, incluidos muchos aviones de fabricación estadounidense, a lo largo de los afamados Campos Elíseos.
Trump elogió la demostración francesa meses después cuando él y Macron se reunieron en Nueva York, diciéndole: “Tendremos que tratar de superarlo”.
El problema es que un desfile militar “como el de Francia” no está pensado para mostrar la grandeza del ejército francés sino para recordar algo más profundo: la caída del antiguo régimen y la monarquía absoluta. O dicho con otras palabras, el desfile anual no es tanto una demostración de fuerza sino la conmemoración de la prevalencia de la democracia y los derechos de los ciudadanos. Liberté, égalité et fraternité.
Desde que llegó a la Casa Blanca, Trump no ha escondido nunca su voluntad de querer mostrar al mundo el poderío militar estadounidense.
Estados Unidos es hoy el país que más gasta en defensa. Su presupuesto militar es igual a la suma de los siete siguientes países de la lista. Es de esperar, pues, que el desfile sea, sobre todo, una exhibición de grandeza.
Y por eso Trump se fija en Francia para imitar su desfile militar haciendo una mala copia que puede acabar teniendo más similitudes de desfiles de dictaduras comunistas del siglo pasado que de democracias modernas. Moscú aún mantiene hoy su desfile por la Plaza Roja cada 9 de mayo, Día de la Victoria. China y Corea del Norte también hacen lo propio. Y cada uno de estas exhibiciones de poderío militar solo contribuyen a honrar la gloria del líder y a provocar más tensión con países rivales o enemigos.
En la reciente escalada de tensión nuclear con el régimen norcoreano de Kim Jong-un, Trump llegó a afirmar que su botón nuclear es “más grande”.
Si Trump quiere imitar a Francia, está bien que lo haga. Pero su mirada debería ir más allá. Francia es hoy ejemplo de cosas tan valiosas para la convivencia y la democracia como la separación entre política y religión, la libertad de expresión y respeto a la prensa libre, el acceso a un sistema de salud universal y gratuito, o la igualdad de hombre y mujeres en la sociedad. Francia sí es un referente en muchas cosas, pero no en desfiles militares para mayor honra y gloria de su presidente.