Washington, DC. – Es cierto que la respuesta de Estados Unidos a la demanda de miles de catalanes que quieren votar siempre ha sido la misma. «Es un tema interno», repiten como un mantra cada vez que en público o en privado preguntamos a la Administración norteamericana sobre el tema catalán. No se salen del guion, aunque leyendo entre líneas uno advierte que están muy pendientes de cómo evolucionan las cosas. Saben quién es quién, cuáles son las posiciones y, más importante aún, cuáles son los retos planteados en la democracia española. Por eso, me pareció muy significativo que esta semana, coincidiendo con el Día Internacional de la Democracia, el Secretario de Estado, John Kerry, elogiase «el privilegio de votar».
«Hay pocas ideas más poderosas y universales que la democracia», dijo Kerry a través de un comunicado difundido por el Departamento de Estado. «El privilegio de votar, la libertad de decir lo que se piensa, el derecho a un Gobierno del pueblo y para el pueblo, estas son ideas que continúan inspirando».
Es cierto que en España hay democracia, pero no es menos cierto que la respuesta negativa del Gobierno de Mariano Rajoy a plantear soluciones a una reclamación masiva, pacífica y sostenida en el tiempo de una amplia mayoría de catalanes la debilita y pone en cuestión.
Como decía esta semana el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, preguntado por el referéndum escocés, «[los Estados Unidos] tienen intereses», que en el caso de España son muy potentes especialmente en cuestiones de seguridad, lucha antiterrorista o economía. No tengo duda de que un paso en falso del Govern de la Generalitat o de los líderes del proceso catalán sería una excusa perfecta para que Estados Unidos antepusiera sus intereses al de la mayoría de catalanes, sentando un precedente internacional que provocaría un efecto dominó en otros gobiernos democráticos del mundo (hasta ahora se han limitado a decir que «es un tema interno», que no es poco dada la presión de Madrid para conseguir declaraciones en contra más contundentes).
«Mientras en Estados Unidos trabajamos para fortalecer nuestra democracia interna» –concluía Kerry en su comunicado–, «seguimos apoyando a quienes alrededor del mundo luchan para que sus voces sean escuchadas»; una clara declaración de intenciones que no debe pasar desapercibida en Catalunya. Evidentemente, esto requiere que los catalanes –a través del Govern y por los conductos posibles– trabajen para hacer llegar a la administración norteamericana que una Catalunya independiente no sólo no sería un problema para Estados Unidos, sino que además se convertiría en un socio confiable con quien trabajar conjuntamente en cuestiones de seguridad, lucha antiterrorista, economía y valores democráticos.
Artículo publicado el sábado 20/09/14 en Diari de Tarragona
Gustau, permete’m felicitar-te. Aquest blog és bo. No pel que dius sinó pel que aportes. Chapeau!
Gràcies, Gus. Bona feina!
Gus, me preguntan desde Arizona que si he visto pasar unas ascuas para asar lo que han pescado… Sabes algo?