Washington, DC. – Google está a punto de presentar un nuevo aparato electrónico que se espera que revolucione la interacción del hombre y la máquina tal como la conocemos: las Google Glass, unas gafas con Internet incorporado. Me cuenta el amigo Antonio Zugaldía que estas revolucionarias gafas «ya están listas para salir al mercado, pero probablemente quien no lo está aún son los usuarios; Google está esperando a que la gente interiorice las bondades de su existencia y se dé oportunidad a los programadores a crear un ecosistema de aplicaciones».
Antonio es un amante de la tecnología. Programa desde que tiene uso de razón y hoy, a sus 35 años, es uno de los pocos programadores para Google Glass en la Costa Este de EE UU. A principios de este año puso en marcha en Washington su pequeña aventura, Silica Labs, y en tan sólo tres meses ya se encarga de la visualización para las gafas de Google de contenidos de National Geographic o New America Foundation. «Son el futuro», insiste.
Me las pruebo por primera vez. A través de su cristal derecho, veo el recuadro de luz que se proyecta sobre un pequeño cubo de metacrilato transparente situado por encima del centro de mi eje visual. Si quiero ver la pantalla, sólo debo elevar ligeramente la mirada.
Las gafas están conectadas a la red a través del teléfono móvil (también se pueden conectar vía wi-fi), Para guiarme en la navegación sólo debo aprender a tocar la barra de granito sensible instalada en la patilla lateral de la montura. Los gestos son similares a los del ratón de un portátil.
Las Google Glass llevan una cámara instalada –del mismo tamaño que la de un teléfono móvil– que se activa con la voz. Grabar o sacar fotografías es tan fácil como discreto. Desde fuera hay que fijarse para saber si las gafas están en marcha. Este es seguramente el elemento más controvertido del invento. Es preocupante la facilidad con que podremos ser filmados, pero al mismo tiempo es imposible no pensar en las miles de utilidades positivas que tendrán. Imaginen a un ciego guiado gracias a esta tecnología, o a un doctor operando bajo el consejo remoto de otro especialista.
Está claro que la bondad de las Google Glass estará en el uso adecuado que nosotros les demos. El debate acaba de comenzar.
Artículo publicado el 28/08/13 en Diari de Tarragona
Muy bueno!!!