Santo Domingo (RD).- La capital de la República Dominicana goza del privilegio de ser la primera ciudad fundada por europeos en América. El hermano del descubridor, Bartolomé Colón, puso su primera piedra en 1496 y con ella un legado antiquísimo reconocido hoy como patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Pasear por su Zona Colonial es una de esas experiencias que dejan huella en la memoria por la belleza de su entorno más o menos conservado, pero siempre reflejo de lo que fue.
Estos días, en mis ratos libres antes y después de las clases, he vuelto una y otra vez a sus calles coloniales, adoquinadas algunas, con impresionantes edificios del siglo XVI pintados de blanco y manchados del marrón de las piedras centenarias que soportan sus muros. El trajín de los coches no empaña los vestigios de la historia ejemplificada en sus casas e iglesias que reflejan el estilo arquitectónico del periodo renacentista. El máximo exponente reunido aún por una gran porción de la muralla original sigue siendo la Catedral Primada de América, en la que he vuelto a encontrar sosiego entre sus bancos, lejos del sofocante calor de las horas altas del día. El monasterio de San Francisco, el Museo de las Casas Reales—palacio de la que fue sede del Gobernador General de la época—, o la Iglesia del Convento Dominico—primer convento del Nuevo Continente—son otras joyas imprescindibles para el visitante.
He cenado de nuevo en la plaza de España. Con el Museo de las Casas Reales iluminado con acierto, he contemplado desde allí el Ozama, río que bordea la Zona Colonial con sus cargueros amarrados en carga o descarga, y me he imaginado aquellos otros cargueros que otrora partieron a descubrir el Nuevo Mundo en bravas expediciones que permitieron a Ponce de León el descubrimiento de Puerto Rico, a Hernán Cortés la conquista de México o a Balboa la exploración del Océano Pacifico—todos ellos partieron de Santo Domingo.
En el interior de la isla se levanta Santiago de los Treinta Caballeros, a 155 kilómetros de la capital. Es la segunda ciudad del país y fue fundada en las mismas fechas, junto al río Jacagua, de aguas tranquilas. Con el tiempo, otras ciudades del continente le robaron su nombre para fundar Santiago de Chile (Chile) o Santiago de Cuba (Cuba).
No he visto mucho de Santiago, pero lo poco que he visto no me ha impresionado porque, inconscientemente la he comparado con la capital. La ciudad es exponente de todos los tipos de arquitectura desde la época colonial a la actual: allí, el neoclasicismo europeo quedó plasmado en el Palacio Consistorial (1895) y la época victoriana encontró un espacio en la expansión urbanística de la ciudad.
Desde la cima del Monumento a los Héroes de la Restauración se divisa los cuatro vientos la ciudad y gran parte de su provincia. El monumento es un reclamo turístico para el visitante, y se levanta sobre una colina. Su estilo ecléctico aúna con más o menos acierto el jónico de sus columnas, con el postcolonial de sus murales.
Lo que sí une a los santiagueros y a los dominicanos de Santo Domingo es su buen humor y su sentido pausado de las horas, a las que ven pasar sin estrés. El tono melódico de su castellano, a veces difícil de comprender para un extranjero, es fiel reflejo de su sabia filosofía de vida, relajada y tranquila. Tenemos mucho que aprender las que, con cierta arrogancia, nos llamamos sociedades modernas.
Recomiendo descubrir la República Dominicana más allá de Punta Cana, sus exclusivos campos de golf o sus difícilmente comparables playa bañadas por el mar del Caribe.
>Independientemente de que nuestra ciudad fuera la primera como usted narra, no se puede minimizar a Santiago ni a ningun otro pueblo, ya que esto es un error de apreciacion. Aun estando en una misma Republica, cada pueblo tiene su escencia. Yo diria que hay que descubrir lo que destaca a cada uno y no concentrarse en la capital. Atte.: Una habitante de Santo Domingo.
>aha… sí…
>Que bonito poder conocer la impresión que se lleva de nuestro país y de la calidad humana de su gente, que no se aleja nada de la calidez que recibimos de su parte en cada una de las clases en las que compartimos. Definitivamente, una de las mejores clases que hemos recibido en el transcurrir del master. Lo vamos a extrañar!Cariños,Farah Noboa (Santo Domingo)